sábado, 16 de junio de 2012

calles de bogota llenas de historia

las calles de bogota


Los nombres de las calles se hicieron necesarios para recordar ubicaciones de lugares cuando empezó a extenderse la ciudad, con barrios como San Victorino, La candelaria, Egipto, Las nieves, Santa fe, La Catedral, éstas fueron nombradas no por una autoridad local sino por los mismos ciudadanos; en su mayoría, los nombres resultaban de asociaciones con lugares cercanos, de acontecimientos ocurridos allí, de personas que vivían allí. Se divulgaban de manera oral entre los capitalinos y de manera escrita mediante las actas de compraventa o de herencia, entre el siglo XVIII y XIX en la Notaría 1º de Bogotá.
                                 
Nunca fueron reconocidos ni estudiados por las autoridades, no representaban un valor cultural para la gente, hecho que para la época actual resulta un error fatal pues ahora intentamos rescatar esto pero es poco lo que se tiene de esta información, faltan nombres de las calles, no se sabe a precisión a que se deben los nombres y algunos has sido reemplazados por otros de épocas más recientes.
Recordemos que esos nombres que algún día fueron dados por nuestros antepasados, reflejan el vivir de esa época y son parte de nuestra identidad. Y no quedaron en la memoria de la gente a razón de no ser fundamentales.
Unas de las únicas fuentes que tenemos de éstos son los folios de la Notaria 1º, los cuales fueron empleados por Moisés de la Rosa, a inicios del siglo XX para recuperar los perdidos nombres, puesto que para esa época ya las calles se reconocían por numeración, después de una ardua investigación, De la Rosa logra un compendio con la recuperación de la mayoría de los nombres, el cual es publicado en 1939 en conjunto con la Academia de Historia y para conmemorar los cuatrocientos años de la fundación de Bogotá; gracias a este estudio, en Concejo de Bogotá emitió un acuerdo, el No. 45 de 1932, en el cual el art. 25 declara ” proceder a colocar en la esquina de cada calle o carrera o en fracción de éstas, que en la ciudad antigua llevaba denominación especial, una inscripción que perpetúe el nombre histórico de la vía”, esto logró la recuperación de una parte de la memoria fundamental no solo para Bogotá, sino para el país, pues esa Santa fe fue el inicio del país, “reflejo del estado del alma de aquellas generaciones, en ellos (los nombres de las calles) aparecen retratados sus creencias recuerdos heroicos y sus románticas evocaciones”
Es así, que ahora caminamos por las calles del centro y de la candelaria, y vemos en cada esquina pequeños cuadros con sus nombres, en letra que hasta evoca aquella época, calles por las que cientos de oficinistas y estudiantes transitan día a día, transeúntes que saben la historia del país, que sienten pertenencia a éste, pero ¿cuántos de ellos se sienten identificados con estas calles que alguna vez eran nombradas con títulos de santos, de próceres, de lugares y que hacían parte de la vida de nuestros antepasados? Más que ser elementos culturales con iconos de los colombianos, es una memoria material que vemos día a día pero que nunca consideramos importante.

El espacio en donde se sitúan estos nombres es bastante amplio y sus transeúntes se encargan de que la recepción de estos nombres sea diferente entre un lugar y otro. Es así como va a ser diferente la reacción de alguien que observe el nombre de la calle Real en un costado de la Plaza de Bolívar a alguien que observe la calle de Las Ranas en la actual calle 19 con 8ª; pues en el primer caso el ambiente ayuda a que se valorice su propósito lo que no sucede con el segundo pues el ambiente correspondiente arrastra la atención del individuo hacia otros hechos diferentes a su historia e identidad.

Se han clasificado de acuerdo a lo que representan, la vivencia de la religiosidad de los capitalinos esta en los nombres de San Andrés, San José, Santa Lucia, Santa Bárbara, San Bruno, Santa Isabel, Guadalupe, San Raimundo, Santa Marta. “El recuerdo de la gesta conquistadora fue tenido en cuenta y a el respondieron los nombres de las calles de Quesada, Galeano, Borja, La Conquista; la leyenda tuvo representantes en los nombre de Pecado Mortal, Mal Ladrón, Panteón, […] emociones gratas al espíritu dejaron sus nombres a las calles Del Amor, La Esperanza, Del Agrado, La Alegría, La Paz ; y los que deprimen, en las calles de La Fatiga, Los Dolores, El Afán y de La Agonía.” . Otros grupos que evocan la patria, la topografía urbana y la naturaleza.
Algunas muy obvias como la calle Del Carmen, ubicada en la carrera quinta con calle novena, debe su nombre a que allí se encontraba el convento del Carmen; algo sucede con la de Las Aulas, ubicada en la carrera sexta con calle novena, pues allí quedaba un edificio del mismo nombre en la esquina. Una parecida es la calle de El Cedro, ubicada en la calle novena entre carrera primera y segunda, debe su nombre a un enorme cedro corpulento y antiquísimo que ya no se conserva.

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